viernes, 28 de mayo de 2010

Atados


Situaciones de fuerza mayor han propiciado ayuno sexual.

Pero anoche, la plática entre ella y yo fue llevando a la imaginación, a lo prohibido, al antojo. A oscuras, sin tocarnos, sin fajar, meramente acostados uno al lado del otro, los recuerdos de encuentros pasados fueron subiendo el tono.

A manera de un disco de Greatest Hits, la remembranza incluyó aquellas escenas que ya han sido plasmadas en este blog, pero además, otras que están pendientes (prometemos a nuestros lectores XXX incluirlas pronto), como el primer blow, una tremenda cogida en Cuernavaca que se extendió más de lo esperado, un video que hicimos recientemente y una escena curiosa casi llegando a un 7/11. Asimismo, la expectativa de determinados lugares probables para próximas cogidas, ciertos atuendos que no se han usado y variantes que no hemos "empleado".

Mientras hablábamos a ciegas, tuve erecciones que, al final, decidí no contener. Si bien ella estaba casi dormida, recordé que siempre me ha pedido no limitarme (muchas veces me ha pedido que me grabe si es que me masturbo). Así pues... lo hice a un lado de ella. Fue interesante, pues decidió no voltear para evitar prenderse, pero aún así, ciertos ruidos hicieron que ella reaccionara con murmullos que denotaban "algo".

Poco después de las 2 AM... exploté, pero habría dado todo por hacerlo dentro de ella, quizá por detrás, quizá con su cabello en mi puño, quizá mordiendo su oreja.

Dirían los miembros de nuestra Selección Nacional: "sólo faltó meterla".

domingo, 16 de mayo de 2010

El amigui, él y yo


Efectivamente, tal como lo dijo mi novio en el post anterior, nuestra falta de aventuras narradas y encuentros consumados se debe a una indicación médica, que, al decir verdad, me está quemando internamente.


Pues hoy, después de conversar por cerca de dos horas seguidas y disfrutar de un racimo de uvas en la cama, nuevamente hicimos caso omiso a los impedimentos, y tras “cucharear” un rato y sentir sus dedos moviéndose suavemente sobre mi clítoris, le dije: “cógeme”.


Sin dudarlo mucho, se quitó la ropa mientras yo iba por mi amigui; esta vez tenía ganas de sentir a los dos al mismo tiempo y valerme de ambos para llegar al cielo.


Regresé feliz por haberlo encontrado. Comenzamos a besarnos, me volteó, puso mis nalgas frente a él y con un solo movimiento logró introducir su pene en mi vagina. Prendí a mi amigui en la velocidad más baja, con una mano lo sostenía y con la otra me sujetaba fuertemente de la cama.

Poco a poco fui subiendo la intensidad de vibración de mi compañero rosa, al tiempo que le pedía a mi novio que me cogiera más fuerte. Simplemente les puedo decir que fue delicioso. A los pocos minutos sentí un orgasmo riquísimo. Su pene no dejó de moverse dentro de mí y mi amigui no dejó de vibrar.


Lo apagué, ya había logrado el cometido. Mi novio me pidió que lamiera al amigui, mientras veía me cogía más fuerte, más rápido, más profundo.


Him me levantó de la cama, me llevó hacia la ventana de la recámara contigua, la abrió y, mientras me veía un trabajador de la escuela que está frente al edificio y escuchaba mis gritos de placer, él me cogía por detrás al tempo que tocaba mis senos con ansias.

“Nos están viendo”, le dije, a lo que él respondió con una penetración más dura, más profunda.

Nos fuimos a la sala, a nuestro sillón favorito, lo trepé e hice que su pene resbalaba sobre mis vagina, más húmeda que siempre. Me moví hacia arriba y hacia abajo, de lado a lado. Nos tomamos fuertemente de los brazos y comenzamos a jalarnos fuertemente para lograr una penetración mayor. Le di una cachetada, le jalé el cabello, me lo jaló y volví a explotar.

Me hinqué frente a él y clavé la mirada en su pene. Comenzó a masturbarse, yo apretaba sus huevos, y estalló llenando su pecho y el mío de semen.

viernes, 14 de mayo de 2010

Maestría


Estábamos adormilados aún. Nos besamos con el ansia acumulada. Una noche de ternura y muchos abrazos precedían el momento. A la madrugada, el sol aún no despertaba y nosotros ya nos respirábamos el uno al otro.

Me coloqué sobre ella y la besé especialmente en el cuello y en las mejillas. La intensidad se elevó, las sábanas comenzaron a estorbar, los líos entre ellas aumentaron y, sin saber cómo, la urgencia por tenernos volvió a manifestarse. Han sido semanas de tregua casi obligatoria. Mayo ha pretendido tener a dos tigres en jaulas separadas.

¿Cómo? No sé. ¿En qué momento? Menos. Pero ella, ya desnuda al igual que yo, se encontró repentinamente con sus labios apoderándose de mi pene. Me comía y yo latía más fuerte. Esta vez no hubo órdenes ni gritos. Fue intensidad moderada y una sujeción extraña. Yo la dominaba, pero ella a la vez a mí. De pronto, y encima de ella, le di la espalda y me chupó por todos los rincones posibles. Zarandeó mi cabeza con maestría, y me hizo vibrar como asteroides en colisión. Pero todo en silencio. Sin sol, sin luz y sin testigos despiertos. El sexo oral tiene limitantes, pero también ventajas. No lo es todo, pero es mucho.

Así... descargas de mi semen cayeron en su cuello y comenzaron a resbalar piel abajo, ella me miró retadora, atrayente, hechizante, y la suma de cosas me quebró la espalda y me provocó espasmos incandescentes.

Hoy desperté con mi pene en su boca y mi alma en sus brazos. Y no supe qué hacer....