martes, 21 de diciembre de 2010

Cerrar con broche de oro



Esto del embarazo había mandado mis ganas a volar por un buen rato, los encuentros se redujeron a uno cada quince días, algo común, sin mucho cambio de posiciones ni sobresaltos acostumbrados, pero he de confesar que desde hace algunos días, las ganas volvieron a mí y fuerte.


Nos fuimos un fin de semana de viaje, Him y yo solos, necesitábamos un momento de relax. En madrugada del domingo, cerca de las cinco, desperté de pronto con unas ganas tremendas de mamársela y sentir su verga dentro. Lo miré y estaba profundamente dormido, intenté controlarme, pero no lo logré. De repente acaricié sus testículos al tiempo que besé su cuello, lo cual hizo que se despertara, me abrazó por detrás y pegó su cuerpo al mío, haciéndome sentir su verga firme... el frío no fue impedimento y tuvimos lo que podríamos llamar un reencuentro sexual.


Pasó una semana y después de otro encuentro por ahí, ayer de nuevo me encendí y sin control me dirigí a la habitación en la que veía la televisión, dispuesta a que me cogiera.


Con una canción de fondo, una de esas que últimamente me prenden hasta en el coche, me hinqué sobre sus piernas y comencé a moverme una y otra vez. No pasó mucho tiempo cuando él ya me había levantado mi blusa para besar mis tetas, más grandes que de costumbre. No paré de moverme, hasta que sentí su verga, tal como me encanta.


Me hizo a un lado, me ordenó, con su típico tono mandón, que me quitara todo, mientras él se desvestía, sin dejar de masturbarse. Al caer mi última prenda al piso, me hinqué y comencé a lamer sus huevos, por momentos succioné su miembro y por otros mordí su rincón favorito. El sonido que producía al jalársela, me fue calentando más, y a él también, hasta que me dijo "ponte para que te coja".


Me subí en sus piernas de frente a él y mientras me acariciaba, recargué mis manos en la mesa para hacer un arco y ver su cara excitada mientras succionaba con mi vagina su verga. Pocas veces lo he sentido tan dentro y en unos minutos exploté, pero mis ganas eran tantas que no quise parar, me salí y le pedí que me cogiera por atrás.


Inclinada sobre el sillón, en una de mis posiciones favoritas, de pronto sentí nuevamente su verga dentro de mí, sus movimientos exquisitos, suave, rápido, suave, rápido, me jaló el cabello una y otra vez y me preguntó "así te gusta"... justo después de eso.. exploté nuevamente.. me salí.. me senté en la mesa y mientras él se la jalaba, lo miré firmemente, apreté sus huevos.... y vi su semen escurrirse por su verga....


Definitivamente, pienso cerrar este año tan como diciembre del 2009... con broche de oro y tremendas cogidas.....



jueves, 18 de noviembre de 2010

De vuelta


Cuento mejor el final: el semen está esparcido sobre ella en grandes cantidades. Acabamos de tener una sesión nocturna algo ruda, que incluyó el que yo le jalase el cabello con los dientes, mientras la cogida se daba por detrás. Hace mucho no me prendía de tal modo, y admito que inicié este nuevo encuentro en miércoles cuando todo indicaba que nos iríamos a dormir bajo el frío de la noche.

Era tiempo de retomar nuestras aventuras en la cama. Se han dado otras muy buenas, pero quise colocar ésta en los archivos de la Vitrina.

Pensé que al final ella usaría su dildo, no lo hizo, pero está al alcance de su mano. De ser así, habrá nuevo relato.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Tacones cercanos


A veces uno descubre de imprevisto sus debilidades y anoche algo así me sucedió cuando Sijey, súbitamente, apareció en el comedor con una blusa coqueta, tanga y tacones.

No creo que a cualquier mujer esta combinación de prendas le venga bien, pero en el caso de ella, vaya que sí. Simplemente me encendió a los pocos segundos. Además, con toda la intención del planeta, se inclinó un poco hacia abajo y comenzó a ver algo en la computadora, en una pose muy clara: "cógeme por atrás".

La mezcla de tacones con tanga fue letal y, a los pocos segundos, yo tenía mi verga dentro de su vagina. Pronto nos fuimos al sillón café (uno de nuestros lugares favoritos) y la arremetida aceleró sin dudar un minuto. Si algún vecino del edificio de enfrente miró por su ventana, seguro nos vio. Para entonces, Sijey estaba arriba de mí, moviéndose exquisitamente, aunque en esta ocasión sin gritar tanto. Eran gemidos más que otra cosa.

Después, sin detener la acción, se volteó rápido y me dio la espalda. Eran los momentos en que la tanga yacía en el suelo y se encontraba completamente desnuda. La cogida subió de ritmo hasta que no pude más. Me vine dentro de ella relativamente pronto, al menos sí en comparación con la noche previa, en que estuvimos cogiendo durante poco más de hora y media. Vaya final de agosto, un mes sumamente sexual.

Tacones y tanga en mi mujer... nuevo motivo de perversión.

martes, 31 de agosto de 2010

Es mejor así


Sé que este es un blog 100% sexual, pero amo a Sijey.

Y así, con amor, uno coge mucho mejor.

viernes, 20 de agosto de 2010

Para qué arreglarlo a golpes si puede arreglarse en la cama


Un jueves de discusiones nocturnas me hicieron llegar muy molesto al 607. Sijey también lo estaba. Se había dado un encuentro acalorado y un intercambio de palabras que originaron una pelea, nunca grata, siempre dolorosa.

Abrí la puerta del departamento sin apetito ni ganas de cenar, me cambié, me puse unos pants y entré a la habitación, pidiéndole permiso a ella para recostarme, ya que se encontraba en el centro de la cama. Ahí, extrañamente, comenzó mi mujer con jugarretas pesadas, trepándose en mí y no dejándome acostarme en ningún lado. Intenté ser paciente, pero admito que, conforme se daban las "luchitas", me iba prendiendo por dentro. Se acercaba, insinuaba, rozaba, en fin.

No hubo más remedio que actuar de acuerdo a lo que se fue dando. Me hice volátil con los acercamientos y, aprovechando que estaba entre molesto y excitado, tomé a Sijey de la cintura, le quité bruscamente las prendas hasta dejarla desnuda y, sin aviso, la penetré por detrás con unas ganas furiosas. La célebre "niña mal portada" habría de recibir su merecido. Y yo... había determinado dar rienda asuelta a mi faceta de mandón.

Le jalé el cabello, se la metí con fuerza, le di nalgadas, la volteé para mamársela, luego la obligué a hacer un 69 que resultó uno de los mejores y, posteriormente, recordé que teníamos algunos itensilios guardados a centímetros de la cama. Abrí el cajón del buró y saqué unas esposas. Se las coloqué y decidí cogerla así, sin que pudiera moverse mucho. Después la acerqué y le ordené que me mamara la verga y los huevos. Ella, aprisionada, se dejaba.

Así pasamos un rato hasta que quedó liberada, mas no por ello se detuvo el encuentro. Hubo intercambio de cachetadas por momentos y después Sijey extrajo a su "amigui" para ponerlo a vibrar en mi culo. Una de las miradas más penetrantes me dedicó mi mujer cuando decidió hacer eso y, al mismo tiempo, mamarme los huevos. Estaba todo dicho: habría de venirme así.

Me hizo uno de los mejores orales sin quitarme la vista de encima. A la vez, esbozaba una sonrisa tímida que me hizo excitarme al máximo. No hubo remedio: justo cuando mordía uno de mis testículos me vine en grandes cantidades, salpicando la cama y mi pecho.

Pocos minutos después, ella sugeriría en su Twitter que, así, cualquier pelea es "buena". Claro... con semejante remedio... ¿quién no?

jueves, 12 de agosto de 2010

Gritos ahogados



El reto era no hacer ruido. Bastante oso había hecho al entrar a la casa y que, repentinamente, comenzara a sonar la balita, alias "chavito", a lo que siguió la pregunta de mi suegro, ¿qué suena?. Nada gracioso.


Tras un día de platica, jacuzzi, música, compras, ejercicio, más plática, buena compañía y un intento fallido. Nos despertamos ardiendo de ganas, pero ninguno se atrevía a tocar el tema. La puerta de la recámara de mi suegro estaba muy cercana a la nuestra, lo cual nos inhibía un poco.


Antes de darnos los buenos días, comenzaron las caricias que dijeron más que mil palabras. Pasé mi mano por su mejilla, su pecho... hasta que llegué a su verga, estaba firme, antojable. Él, cada vez se pegaba más a mi cuerpo y me rozaba con su pene erecto; yo dejaba fluir el momento, sin imaginar lo que vendría.


Poco a poco fue recorriendo mi cuerpo con lengua hasta que llegó al lugar exacto. Comenzó a lamer mi clítoris, a besarlo y mover su lengua de un lado al otro. Cada vez me encendía más, y ahogaba mis gritos y gemidos detrás de una almohada.


Después, para completar la deliciosa mamada, introdujo su dedo en mi vagina. Más que húmeda y encendida, le sugerí que me la metiera, y él, muy obediente lo hizo.


Intentamos iniciar en la cama, pero el ruido nos evidenciaría antes de comenzar, por lo que decidimos pararnos. Me puse de pie, a un costado de la cama, e incliné mi torso para que pudiera penetrarme sin dificultad. Acarició mis nalgas y me la metió sin dudarlo.


Arañé las paredes, cubrí mi boca con la almohada más cercana y me dediqué a disfrutar el momento. De repente, un ruido repentino nos hizo parar, pero el susto fue menor que nuestros deseos, su verga seguía dura, firme.. muy dentro de mí.


A los pocos minutos, me puse unas zapatillas para logar una mejor posición y penetración. Comencé a realizar una serie de movimientos que aprendí en aquellas clases de belly dance, arriba, abajo, de lado y círculos... lo que hizo que se prendiera aún más.. sacó su verga, y me preguntó con tono firme ¿en dónde quieres que me venga? pero no alcancé a contestar, pegué mis nalgas a sus testículos y sentí su semen recorrer mi espalda..

lunes, 2 de agosto de 2010

Domingo de cogidas (Parte 1)


El sábado sirvió. Fue un día muy social, de esos que te dejan deseos de gastar el día siguiente con tu pareja y sólo con tu pareja. Con ese ánimo, ha comenzado el domingo. Hay un pacto que incluye "caprichos" y, al ser mi turno, le he dejado a Sijey en el celular un par de opciones: 1) Ver escenas porno mientras cogemos o... 2) Que use su traje de red.

Apenas abrimos los ojos, comienzan los besos, el cachondeo y, sí, se decide la segunda opción. Sijey entra al baño y unos segundos después sale enfundada en el traje de red que ya alguna vez me mostró en una imagen. Pero ésta es la primera vez que lo veo como tal. Y así, poco tardo en abalanzarme sobre ella. Lubricante y verga adentro. No ha habido demasiado foreplay.

Mientras se la meto, me muerde la oreja y eso propicia un nivel de antojo y excitación completamente inusual en mí. Además, sus pezones se asoman entre los agujeros del traje de red, saliéndose como si quisieran escaparse en definitiva. Yo les ayudo mordiéndolos y poniéndolos con ello más duros y erectos. Deliciosa visión. Toda ella está atrapada en tal atuendo, excepto su vagina y su culo. Hay libertad para atacarlos en cuanto yo lo desee. Una abertura invita a penetrar o a mamar, según sea el caso, según el antojo.

La coloco de lado y entro como hace días. Ella vuelve a pegar un enorme grito y confirmamos que, en dicha posición, mi verga alcanza "algo" que desata reacciones encontradas. No podemos asegurar que sea dolor, pero mientras eso pasa, la postura se completa para entrar por atrás. Ella me dice que vuelvo a ponerme como loco, entrando y saliendo, tomando su nuca, agarrando su cuello, tapándole la boca, metiéndole un dedo y simulando que me lo mama. A la vez, los espasmos y los embates de ida y vuelta. Agarro sus nalgas y al rasguñar se pondera cuán excitado estoy. Sé que tenemos todo el domingo para nosotros, todo el departamento, todas las horas, y no pienso frenar.

La habitación ya es un santuario de sexo. Se pueden encontrar esposas, condones, lubricantes, poppers, juegos de mesa, vibradores, balitas anales y varias cosas más.

El ruido de la cabecera es tal que hace creer que se está cometiendo un crimen. Y para entonces, me acuesto y le ordeno a Sijey que se coloque arriba de mí. Ella obedece, envuelta en ese traje de red que tan loco me pone, y reanudamos la cogida. Como se esperaba, se mueve en círculos y arquea mi verga una y otra vez. A veces siento como si me la fuera a arrancar. El ruido de los fluidos permite que el entorno se convierta en un monumento al sexo. No hay receso, imposible parar. Tomo mi teléfono, pongo la función de grabar y la capto durante poco menos de un minuto. Sus tetas se han salido del traje y rebotan de manera exquisita con los impulsos de mi pene.

Dejo de grabar y vuelvo a ser prisionero de esta mujer que se mueve como fiera. Me va abatiendo. Todo se da así hasta que ella desmonta, fuera el condón y con ruidos arrebatadores empieza a mamar mis huevos mientras yo jalo mi verga. Me ve tan excitado... que saca del cajón la balita anal y la coloca en mi culo. A la vez, sigue mamando y hablándome como ella sabe. Estoy literalmente "en sus redes".

Los impulsos son tales que exploto, lanzando semen que cae en mi estómago y en mis muslos por igual. Mi mujer sonríe y me mira retadora, como sabiendo que esto es apenas una fracción de un domingo que tardará en finalizar.

La puerta se mantiene cerrada, no esperamos visitas. Olemos a sexo. Queremos más...

jueves, 29 de julio de 2010

En miércoles también se coge


En unas de las habitaciones del 607 no hay mucha tregua. Apenas el sábado Sijey y yo tuvimos un par de sesiones memorables y este miércoles ha vuelto a surgir el monstruo de la atracción y excitación.

La oscuridad no pintaba para ello. De hecho, las "buenas noches" estaban ya dadas y la lluvia ya había azotado a la ciudad. La única humedad se traducía en gotas que se colgaban agónicas de las esquinas de un edificio que suele ser muy callado, menos en su último piso, menos en su último apartamento. Y aquí estamos.

Sin mucho vacilar, he dedicido masturbarme junto a Sijey, quien me ha externado hace poco su gusto por el hecho. Su más reciente relato me ha permitido acumular suficiente propósito y suficiente motivo. Así que jalo mi verga durante unos segundos. No pasa ni medio minuto cuando mi mujer voltea y susurra: "Mejor métemela".

Poco tardamos en poner el lubricante cuando ya estoy entre sus piernas mamándola. Poco después... mi pene entra con relativa facilidad y dedicamos varios minutos a esta pose misionera. El cansancio hace creer que no será una velada descomunal como las que han caracterizado a julio, pero en el sexo uno poco puede anticipar. Entro y salgo con extrema calentura. La tengo tomada de los hombros y alternamos con besos en los que la lengua agarra su patio de recreo y corre por donde quiere.

En el sendero hacia una posición por detrás, me detengo a la mitad. Levanto una de sus piernas y se le meto de lado. Sijey pega un grito que golpea las paredes, luego otro y después otro. Parece que hemos penetrado más que de costumbre y hemos llegado a un punto en el cual se desata energía. Los vecinos han saltado de la cama.

Pero dejamos esta postura para una mejor ocasión en que decidamos explotarla durante más tiempo. Por lo pronto, sigue el recorrido y mi mujer queda lista para que entre por detrás. Amo sus nalgas. Y así entro y salgo en varias rondas. Le jalo el cabello y empiezo a decirle que será mi puta siempre. Ella contesta que sí y lo repite. Lo que parecía una noche tranquila se ha convertido en un nuevo tornado. Se mueve delicioso y ella me regresa el "cumplido". Estamos conectados, más que nunca. Julio ha sido fastuoso.

Saco mi verga de su vagina y, sin que ella lo espere, vuelvo a mamarla. Meto la lengua y luego uso mis dedos para entrar lo más que pueda. Se alterna el oral con la penetración. Luego me pongo a un lado y le toco la vagina, mientras Sijey me pide que le acerque mi verga a la boca. Me mama los huevos con fuerza, mordiendo incluso uno. Y así... me vengo en su vientre.

Repito: en unas de las habitaciones del 607 no hay mucha tregua. Dormiremos desnudos esta noche.

PS: Creemos que en algún otro apartamento se ha dado una sesión similar, esta misma semana. Fuimos algo chismosos, pero poco vimos.

miércoles, 28 de julio de 2010

Vamos a jugar...



Lluvia, clima frío y un par de martinis fueron los detonantes de nuestra noche especial. Tras dar tres vueltas al parque España, llegamos a nuestro destino, un bar en el que disfrutamos de unos deliciosos martinis, mi bebida favorita, y un par de tapas.


Conforme me terminaba los cocteles, mi temperatura corporal subía y mi inhibición también. Al salir del lugar, nos dirigimos a una sex shop e intenté ocultar mis ganas con un cigarro y plática poco relevante. En el tiempo que llevamos juntos, sólo habíamos ido en una ocasión y, la verdad, debido a un virus raro que se apoderó de mis vías respiratorias no disfruté el momento, ni elegí nada, pero esta vez me desquité.


El kit: unas esposas, un juego "de mesa", un lubricante térmico, un lubricante anal, una balita vibradora y un frasco de poppers; todo lo necesario para una gran y divertida noche.


Antes de llegar a casa, abrimos el juego, colocamos las compras en la mesa, sacamos la botella de vodka y dejamos listo un caballito para los "shots de castigo".


Al ver el tipo de retos que venían impresos en el tablero, decidimos crear los propios, los cuales consistieron en: "acostarse desnudo en el piso por 3 minutos", "3 minutos esposado y dejándose hacer lo que el otro quisiera", "shots y prenda", "introducir balita en el ano"... y otras más.


Mágicamente y como si el universo conspirara a su favor, cada que yo avanzaba, caía en una casilla de castigo. El saldo: dos shots, bubs embarradas de mermelada de fresa, las cuales limpió poco a poco con su lengua, succionando mis pezones y lanzándome miradas perversas; video de un corto, pero delicioso blow; prendas en el piso, besarle el cuello y espalda, pegar mis senos contra su pene durante un par de minutos...


Para ese momento, la verga de Him estaba más que parada y húmeda, más que caliente, más que deliciosa. Yo, igual de mojada. No aguantaba las ganas, pero quería terminar el jueguito. Moría por que él cayera en una casilla, la de la balita, pero nada. De repente comenzó a perder, hasta que tocó "de castigo" un 69.


Llegamos a la cama, me coloqué encima de él con las piernas abiertas, en el ángulo perfecto para que succionara mi clítoris.. de esa manera deliciosa que suele hacerlo. Comencé a lamerlo, primero succioné su verga poco a poco, después recorrí con mi lengua sus huevos, los apreté y regresé a mamar su pene encendido.


"No vamos a regresar al juego", dijo Him. Tras escuchar esas palabras, corrí al comedor por la balita que había dejado, coloqué la cámara de video arriba de la televisión, mirando hacia la cama, donde se encontraba él acostado, con la verga parada y masturbándose mientras yo regresaba.


Me acosté, le pedí que se hincara colocando sus piernas a mis costados, introduje poco a poco la bala en su ano, encendí el vibrador y le pedí que no dejara de masturbarse. Mientras él lo hacía, yo continuaba mamando sus huevos, y a veces paraba para observar su cara encendida.


"Me voy a venir", dijo con voz entrecortada, pero lo ignoré y le hice señas de que siguiera. Introduje un poco más la balita, aumenté el ritmo de vibración y su cara de placer me excitó aún más.


Cuando estaba a punto de pedirle que me metiera la verga y me cogiera... explotó como nunca.. esparció su semen en mi cara y mis senos. Nunca lo había hecho. Los ojos, el cuello, el cabello, la nariz... y hasta la garganta sintieron su espesor y sabor...


Sin duda... julio ha sido nuestro mes...

lunes, 26 de julio de 2010

Frenesí en 6 actos


1. Mientras comienza a tomar fuerza la mañana del jueves, hago que Sijey desista de sus ganas de salir a comprar cosas para el desayuno. A cambio de ello, la desnudo y comienzo a hacerle sexo oral, una de las cosas que más disfruto. Arquea su espalda en señal de creciente excitación.

2. Tras unos minutos así, susurra lo que se ha vuelto una expresión común: "Quiero que me la metas ya". Intento prolongar un poco más el sexo oral, ya que estoy tan encendido como ella, probándola hasta el límite. Pero al final, accedo.

3. Me quito todo y no doy pie ni siquiera a que se ponga en posición de "misionero". A cambio, la coloco con las nalgas hacia mí y comienzo a cogerla por detrás. Pronto, el vaivén se vuelve enérgico. Empleamos varios minutos así. Empezamos a sudar y yo no dejo de protagonizar embestidas cada vez más potentes.

4. Cambiamos de posición. Ella se coloca encima de mí, pero dándome la espalda (otra de mis posturas favoritas). Observo que su espalda está empapada ya. Y así, empieza a moverse de forma exquisita. Hace círculos que devoran mi verga y la hacen entrar en semejante fervor. Yo le detengo los brazos, como aprisionándola, pero ella no deja de moverse con la cintura y la cadera. Me está tragando con su vagina, caliente como pocas veces. Incluso se impulsa hacia adelante, lo que provoca una palanca en la que siento que me arrancará el pene.

5. Bruscamente nos colocamos en posición y volvemos a hacerlo por atrás. Ha pasado mucho rato y el sudor está a tope. Pero en esta ocasión, mis embates son los más fuertes que recuerdo. Apenas dejo que ella se mueva. Descargo todo detrás de Sijey con impulsos bestiales y ganas de estar más y más adentro. Ella lo nota, pero permite que esto pase. Le jalo el cabello y no dejo que se suelte. Incluso, pide que entre más y más. Sus manos casi desgarran la almohada por la fuerza y el ritmo frenéticos.

6. Por desgracia, la intensidad de uno de esos violentos embates hace que me lastime en una zona cercana a la cadera, lo que merma un final que, sin exagerar, habría sido apoteósico y, acaso, el mejor de todos. Por más que intento continuar esta gran cogida en la sala, el dolor me contiene. Aún así, tanto ella como yo recordamos este encuentro como uno de los más "endemoniados". Sí, pese a las restricciones y al ayuno, julio sigue siendo uno de los meses en que mejor hemos rendido tributo al sexo. Uno de los tiempos más diversas cogidas.

lunes, 19 de julio de 2010

El sábado y ese culo


Pude haber escrito esto el sábado pasado.

Paseo nocturno, me llevo a Sijey por un café tras un día muy movido, y decidimos pasear por la ciudad. Hay avenidas fluidas, poco tráfico y la sensación de que la noche promete para "algo". ¿Para qué? Ninguno habla, pero traemos varios antojos. Entre copas, pasteles, café, postre, pan, en fin.

Yo ignoro que desde hace 24 horas mi mujer quiere que lo hagamos, tras una buena cantidad de días de abstinencia. No queremos cualquier acostón. Deseamos sexo de alta resolución.

Al llegar al departamento de nuestros encuentros, es decir la sede de la Vitrina, encendemos la tele y nos acostamos. Como impulso eléctrico, volteamos a vernos y nos besamos intensamente. Nos traemos unas ganas del demonio, y rendimos culto a ello, al deseo. Me pongo encima de Sijey y el faje comienza para después acelerar de forma descomunal. Ella me pone lubricante en el pene y lo masturba de modo exquisito. No hay tregua, ha sido mucho el receso como para perder minutos de una noche en la que pensamos estallar, si es necesario.

Me vuelco sobre su pecho y le beso ambos pezones. Rozo su clítoris y juego con él. Ella se arquea y pronto pide que se la meta. No desobedezco. Sin mucho qué pensar, entro en ella y comienza todo con "El misionero", pero es cierto que nunca ha sido nuestra posición preferida, así que pronto nos movemos y la coloco en cuatro, como más me gusta, con sus nalgas frente a mí, pidiéndome que entre.

Se la meto y ella empieza sus acostumbrados gemidos que pronto se convierten en gritos. Le jalo el cabello y luego, sin más, la coloco de lado. Mientras cojo a Sijey, puedo ver su cara de excitación extrema. Y me pide más, mientras yo le ordeno que se agarre las tetas. Obedece y, además, besa uno de sus pezones. El calor aumenta. Es uno de los encuentros más explosivos de nuestra historia reciente. Se estremece el domingo y, acaso, el mes de julio.

Mientras las arremetidas continúan a todo lo que dan, me acerco y, sin parar, le susurro al oído mi deseo de cogerla un día por el culo. Para mi sorpresa, ella accede y dice que si quiero hoy mismo lo hacemos así. Lo intentamos en una primera posición, pero la postura no ayuda. Acto seguido, se levanta y va por uno de sus vibradores. Se pone ahora en posición "de perrito", y tras untarse nuevamente lubricante, se la meto lentamente por el culo. Sus gemidos son grandes, hay dolor, pero a la vez mucha excitación. Y así, la cojo como hace tiempo quería hacerlo. No hay un rincón que quede por conocer de Sijey. Es mía.. al 110%.

No sé cuántos minutos pasan mientras mi verga entra y sale de su culo. Estamos al filo de la cama y esto arde en muchos sentidos. Mi mujer me pide que me venga y eso me hace estallar en mil pedazos dentro de su ano.

Termino sudando, ha sido mucho. Se me nubla la mirada y alcanzo a verla aún masturbándose. Incluso vuelvo a entrar en su vagina, pero los espasmos me hacen frenar. La noche es inolvidable desde este mismo momento.

lunes, 5 de julio de 2010

Felicidad... es


Desde hace días quería hacerlo con Sijey. Estaba hirviendo, quería hacerlo de muchas formas posibles y en lugares diferentes. Viajamos a otra región y cachondeamos en varias ocasiones. Imaginamos coger al lado de la alberca, en una habitación gigantesca, en un spa y hasta en unos sillones debajo de una palapa.

Por ahí, en el fin de semana, se cruzó una escapada nuestra a un table dance. Estuvimos ahí poco más de 3 horas, mirando y seleccionando, criticando y disfrutando. Por la mente me pasó el privado, pero ninguna alcanzó a complacerme del todo. Si acaso, cerca del final, una escultural lució a lo grande, pero me distraje en cuestiones relativas a la bebida y no se concretó (no descarto regresar para que nos haga un privado).

Y así se fueron las oportunidades de cogerme con desenfreno a Sijey. La espera se extendió hasta hoy en la mañana, cuando acostado sobre ella empezamos un toqueteo cachondo. Ella me culpa, yo la culpo por igual; el chiste es que, del modo que fuera, de pronto mi verga quedó dentro de ella. Y los movimientos iniciaron con estilo "misionero". Sentí cómo me apretaba de modo delicioso y eso elevó mi calentura a niveles inenarrables.

La excitación nos puso como energúmenos y le ordené que se volteara para rendir tributo a nuestra posición favorita. Como pulpo, al tiempo que se volteó y dejó sus nalgas frente a mí, sacó rápidamente de debajo de la cama su vibrador. La indicación era clara: yo cogerla y ella estimular a la vez el clítoris. Dos en uno.

Acometí con fuerza, se la dejé dentro inmóvil unos segundos y volví a arremeter para que finalmente Sijey estallara entre gritos que, seguramente, se escucharon hasta la recepción.

Otra indicación tácita fue que yo me viniera en su espalda. Saqué mi verga de su vagina, me masturbé con fuerza viendo sus nalgas y, justo cuando ella abrió su culo con ambas manos, sobrevino una descarga que, según ella, se sintió más caliente que en otras ocasiones.

miércoles, 30 de junio de 2010

La regadera


No le demos muchas vueltas.

Anoche, antes de cenar, me dispuse a tomar un baño. No tardaría mucho, la idea era apresurarme porque Sijey había llamado a cenar. Ese ritual que es nuestro, ese momento exquisito de platicar con ella sin ruido, sin gente, sin más testigos que los ventanales y el exclusivo aire que sólo puede brindar un sex(t)o piso. Con la noche y sus estrellas mirando y su aire entrando y saliendo sin pedir permiso.

Como lo dije, intenté no hacerla esperar, pero por tanta prisa, provoqué la súbita y siempre molesta entrada del shampoo en uno de mis ojos, así que terminpe retardando todo. Mientras intentaba escapar a mi ceguera, sentí un ligero rozón en mi espalda, pasaron segundos y por fin pude abrir los ojos. Ahí estaba Sijey, mirona, estática, retadora, mirándome de arriba a abajo y de regreso, apenas asomada en la cortina de la regadera. Sostenía la mirada con un dejo de cachondez y sexo tácito que no podría explicar. Y no dejaba de verme.

Intenté ignorarla, pero fue imposible. Ella seguía escondida cual asesino que, oculto y mirando desde los arbustos, atestigua la llegada de la policía que ha hallado el cuerpo sin vida. Aquí, la fechoría era en vivo. Sijey me aniquilaba con los ojos. Su expresión en ellos, siempre volátil, cambiaba cada segundo y me dejaba ver su lado más perverso. Es una de sus "formas" de ser que me mata.

De pronto, sin dudar un segundo, abrí la cortina de la regadera e ignoré su grito de sorpresa. La jalé sin ninguna clase de caballerosidad y la metí a la ducha con todo y ropa. Su reclamo hipócrita me significó lo mismo que las lunas de Saturno. Su pijama y su ropa interior cayeron al suelo en los siguientes cinco segundos. La tuve pronto contra la pared fría, con la idea de atomizar sus pezones y luego voltearla hacia mí. Le mordí los hombros e hice que se inclinara, simulando que la penetraba por atrás. Empezó a excitarse.

El desenlace fue no menos explosivo. Ella se puso de rodillas y empezó a mamármela, viéndome fijamente mientras lo hacía. El agua, mientras tanto, le caía intensamente en la espalda. Y yo... me volvía loco.

Verla ahí me puso como asteroide y mientras chupaba mis huevos, me masturbé hasta no poder más. Estallé y terminé en su frente.

La mañana siguiente implicaría fotos y otro encuentro riquísimo y hasta numérico, pero eso lo contará Sijey. Lo garantizo.

martes, 29 de junio de 2010

De vuelta a las andadas


Pues sí, no hay más pretexto que la indicación médica, que si a ustedes los tiene cansados, imagínense a nosotros.


Hace cuatro o cinco días, estábamos conversando por msn, cuando Him comenzó a lanzarme frases y palabras que sabía que ocasionarían algo en mí, y sí, logró su cometido.

Llegó un punto de no retroceso. Entre bromas, le pedí que se comunicara con el médico para solicitar una tregua, pero nunca creí que lo hiciera. Tras un poco de pena y otro poco de risa, obtuvimos “el permiso”.

Salimos de la oficina y cual quinceañeros nos dirigimos a la farmacia para comprar condones, ya que había sido la única condición: “sí, pero con condón”, cosa que no nos agradó demasiado.

Llegamos a casa, nos dirigimos a la cama y comenzaron los besos tiernos, las caricias, se asomaron las ganas, el deseo y la pasión.

Poco a poco fue encendiéndose mi cuerpo hasta que no pude más “ya, te quiero adentro”, le dije al tiempo que él me pedía que dejara pasar su lengua por los recovecos de mi cuerpo. “No, ya no aguanto, te quiero sentir, métemela”, respondí.

Lentamente fue introduciéndose en mí, entre dolor, nervios y placer, fuimos fundiéndonos nuevamente en un solo ser.

Poco duró lo tierno. De repente sus movimientos eran más constantes, rápidos y penetrantes. Mi cuerpo pedía más y él no se podía contener.

Cambiamos de posiciones varias veces, incluyendo nuestra favorita. Lo monté, me moví, de arriba abajo, de un lado al otro, en círculo… en fin, así estábamos hasta que escuché “¿vamos al pasillo?”.

Lamentablemente, entendí mal la propuesta… él se refería al pasillo del edificio, no al del departamento.. y bueno, terminamos, nuevamente, en la habitación que da a la escuela, pero esta vez sin testigos de nuestro fuego.


Después recurrimos a nuestro sillón café, yo arriba de él, él recorriendo mis senos, clítoris y nalgas con sus dedos, hasta que exploté… toqué el cielo y regresé… me hinqué, comencé a lamer su verga, la succioné, y mientras lo miraba, toqué con mi lengua otros rincones… le pedí que se masturbara, se arrancó el condón, lo tiró y comenzó a mover su mano hasta que no pudo más y estalló en mis senos…

sábado, 12 de junio de 2010

Nunca digas nunca


Si bien, estrictamente hablando, continúa el ayuno sexual, el viernes ha significado un día peculiar, por decir lo menos.

La tarde transcurre normal, Sijey y yo tirados en la sala, viendo en la computadora algunas opciones de muebles para el hogar. Y así, como si algo llegase sin aviso, el interés cambia y, súbitamente, las consultas en la red incluyen destinos diferentes. En ambas laptops empiezan a caer resultados para búsquedas diversas que refieren a strippers, servicios a domicilio, sexo a domicilio, tríos, orgías, escorts, acompañantes para parejas y hasta clubs swingers. ¿Ideas derivadas del post anterior? Podría ser.

Los minutos transcurren, el viernes se ha vuelto noche, el aire se cuela por la ventana y la excitación invade las entrañas de Sijey y mías. Pero no decimos nada. Cada quien mira las pantallas de nuestras laptops, infestadas de imágenes, en su mayoría, de mujeres desnudas y dispuestas a coger. El oficio más antiguo se cuela en nuestras mentes como complemento, no como necesidad, mucho menos urgencia. Es la cereza de un pastel que nunca hemos probado, pero que se ha metido en nuestra cabeza porque… porque así somos los seres humanos desde nuestro cariz perverso.

Intercambiamos puntos de vista acerca de las putas, pero en realidad, la mayoría del tiempo se cubre con silencio y una que otra risita en la que esperamos, cada quien desde nuestra trinchera, que el otro pregunte: “¿de qué te ríes?”.

Había un plan de salir, pero es demasiado tarde. Nos ha cogido el momento, nos hemos arrojado a un embudo sin fin. Y ahora, mientras mi computadora debe reiniciarse por un problema en la red, Sijey aprovecha el buen funcionamiento de su lap para internarse nerviosamente en los relatos rojos de una página especializada en swingers. Uno tras otro los lee, y lo hace con ganas y no para. Resaltan las horas en las que alguien narró que asistió a este tipo de lugares “xxx” y presenció cómo un stripper sacaba a su esposa a la pista para cogérsela del modo más intenso y sin límites, con excepción del condón.

Sexo, sexo y más sexo se mete a los ojos de Sijey, a quien le extraña que yo no haya promovido acción alguna para, si no coger, al menos sí empezar a cachondearnos en la sala, nuestro lugar favorito. Tanto hemos leído y visto esta noche que resulta inverosímil terminar con actividad nula. Al final, tras darme a leer mi mujer estos relatos, es momento de saciar lo calientes que estamos ya. Pero antes… un último estímulo: encontramos una página porno con tags que llevan a búsquedas muy específicas. Orgías, encuentros de un hombre con varias mujeres mamándosela, después una joven siendo cogida por casi 10 caballeros, máquinas consoladoras, dildos, voyeurismo, fetiches, en fin.

Ella se levanta, va a la recámara y regresa con su vibrador de siempre. Se recuesta en el sillón, abre las piernas y empieza a rozar su clítoris con el objeto rosa, mientras yo le ordeno que se quite todo. No hay más, también estoy hirviendo yo.

Para aderezar el momento, pongo la escena de un trío HMH en la cual, en algún instante, la mujer le lame el culo a uno de ellos. Sijey entiende el mensaje y, sin dejar de masturbarse, me pide que me acerque. Unos segundos después, tiene mis huevos sobre su cara y después aprovecha recorridos y movimientos para lamerme el culo. Los espasmos son muchos y muy intensos, además de que luego abre la boca aún más y mama mi verga del modo más exquisito. Me dice que las historias del club swinger y todo lo demás la han excitado mucho y continúa.

A los pocos minutos, ella estalla. Y posteriormente, yo descargo demasiado semen sobre sus tetas. Ella, más que yo, podrá decir cuánto.

La escena en la sala termina y en mi Inbox yacen dos mensajes de una mujer xxx, quien nos facilita una tarifa por coger y una más por completar un encuentro de tres.

La penetración, una vez más, queda como el animal más hambriento, ansioso de devorar lo que el tiempo (aún poco) ha impedido.

Mientras tanto, mi novia y yo seguimos descubriéndonos del modo más perverso, más pasional y más intenso. La complicidad sigue en aumento.

Continuará.....

domingo, 6 de junio de 2010

Sijey y Him responden


Respuestas a las preguntas que nos enviaron:

1. (Exclusiva para Sijey): Ya cuando te fusite... ¿hiciste algo en la regadera para controlar ese "calcinarte"?
S: No, era hora de ir a trabajar, además mi "amigui" estaba un poco lejos.

2. Chicos, ¿se atreverían a hacer un trío? y de ser así… cómo sería HHM o MMH?
S: No creo, soy algo celosa, no podría ver a una mujer tocándolo al mismo tiempo que yo; tampoco me gustaría que él me viera con otro.
H: Cualquier hombre que diga que no le gustaría un trío HMM miente. Lo haría.

3. (Exclusiva para Sijey): ¿cómo nació el cariño para tu "amigui" y cuántas veces a la semana lo utilizas?
S: Jajaja ¿cariño? no, no. Lo descubrí en una etapa de mi vida en la que estaba "mal acompañada". Lo uso una o dos veces a la semana, depende mucho de Him. Rara vez lo uso cuando él no está.

4. ¿Dónde les gusta hacerlo más o cómo le hacen para que se mantenga viva la llama sexual porque se nota que lo hacen muy seguido?
S: Mi lugar favorito es nuestro sillón café. Creo que la clave está en dejar que fluyan las cosas, no predisponerse ni planear nada.
H: El sillón café, pero la cama siempre será el sitio idóneo para mi posición preferida: por detrás. Creo que importa mucho ser versátiles y no siempre hacerlo en la cama y con una sola manera de coger.

5. (Exclusiva para Sijey): cómo le haces para que te "gusten" las nalgadas y jalones?

S: No es que me encanten, lo que me gusta es verlo excitado.

6. Exclusiva para Him: ¿cómo defines a tu mujer en la cama?
H: Algo sucia (por el sentido cachubi, obvio). Su mirada es cachonda y me parece versátil en gran medida. Me gusta que pegue gritos, eso me hace pensar que no le interesa lo que diga la gente... y eso atrae. Otra cosa que uno agradece es que se desnude sin tapujos. El que una mujer completamente desnuda se pare frente a ti sin pena dice mucho.

7. ¿Han sido infieles?
S: Sí
H: Sí.

8. Una chica comentó de una orgía. ¿Ustedes se animarían a estar en una, aunque fuera como simples voyeurs?
S: Mmm participar, definitivamente no. Observar, no lo sé.
H: Ver sí. Hace poco soñé que estábamos en un cuarto con muchas parejas y nos veíamos mutuamente. Me prendió bastante.

9. ¿Han hecho sexo anal?
S: Sí
H: Sí.

10. ¿Hay algo que jamás en la vida harían como pareja sexual?
S: El tema del trío me es complicado
H: Mmm, no haría un trío HMH.

11. ¿Les gusta el lenguaje sucio, los prende más?
S: No necesariamente.
H: A veces. Lo nasty a veces está más en las miradas y en la actitud que en las palabras.

12. En cuanto al sexo anal… ¿hay alguna forma de que sea menos doloroso?
S: No lo he descubierto aún. Quizá un par de copas ayudan ;)
H: Lubricante, definitivamente.

13. ¿Por qué fregados cuando están en el momento más sabroso, la vagina hace ruidos como si fueran gases?
S: jajajajaj buena pregunta, ¿algún ginecólogo en la red?
H: No sé, pero se oye horrible.

14. Recomienden por favor películas pornos y actrices y actores para checar el dato.
S:
H: No sé películas, pero tengo mis actrices favoritas: Vicky Vette, Jewel Denyle, Jeanna Fine, Anna Malle y algunas más.

jueves, 3 de junio de 2010

Peligro, flamable


Ha pasado sólo una semana de las seis que indicó el médico. No sé cómo podré sobrevivir a las siguientes, pues el fuego contenido poco a poco quema mi interior.


Generalmente él se despierta primero que yo, antier no fue la excepción. Se levantó, se metió a bañar, se cortó el cabello y se volvió a recostar junto a mí. Me abrazó de tal forma, que su cuerpo y el mío se acercaron demasiado. Mis nalgas rozaban su miembro, aún en reposo.


Comenzó a besarme el cuello y a acariciar mis pezones. No pasó mucho tiempo cuando sentí su verga firme. Él excitado, yo más. Se quitó la poca ropa que traía puesta y empezó a masturbarse, intentando de repente penetrarme, sin tener éxito.


Apreté fuertemente sus testículos con mis manos mientras él decía “agárralos bien”. Le mordí dos veces el muslo y fui acercando mi boca al punto exacto que lo vuelve loco. Sin dejar de tocar el espacio que hay entre su ano y los testículos, comencé a mover mi lengua.

Pocos minutos después, una de sus bolas estaba completamente dentro de mi boca. La succioné con ganas de arrancarla, mientras escuchaba sus sonidos de placer, su respiración agitada, y sentía su mano moverse más rápido sobre su verga.

Una y otra vez lo toqué, lo mordí, succioné… hasta que escuché “estás cabrona, ya me voy a venir”. Rápidamente junté mis bubis y con la mirada le señalé en dónde debía hacerlo.

Con el pecho empapado y calcinada por dentro, me levanté de la cama y me dirigí a la regadera.
Por cierto, propongan preguntas para el cuestionario que sugirieron.

martes, 1 de junio de 2010

La noche atómica (Partes I y II)


Parte 1
Diciembre pasado, a muy pocos días de terminar el 2009. Espero recordarlo del modo más fidedigno.

Todo comenzó cuando estaba todo oscuro, desde el auto, camino a una tienda. Sijey dijo que una expresión traviesa e infantil en mis ojos hizo que se calentara poco a poco. ¿La consecuencia? Desabrochó mis jeans y, en pleno trayecto, me la sacó y comenzó a hacer un blowjob memorable. Por momentos no volteaba, por momentos me miraba. A tono de locura, a tono de posesión, a tono de cachondez extrema, a tono de lo que uno pueda imaginar...

Me retó con los ojos opacos, algo sugirió, pero para mi mala fortuna, llegamos repentinamente a la mentada tienda. Ella abrió la puerta y apenas tuve tiempo de acomodarme los jeans de nueva cuenta y aparentar mi tranquilidad y rectitud ante el pequeño mundo del establecimiento. Por dentro, colisionaban mis átomos.

La razón de ir al súper era simple: una fiesta decembrina que, aunque interesante, se tornó la más inoportuna del mundo. Llegamos al lugar del reventón y, antes del arribo de los invitados, reanudamos el cachondeo en la cocina. Recuerdo que Sijey me susurró al oído la propuesta de cancelar todo para, mejor, subir y coger y coger y coger. Pero ya era tarde. El sonido del timbre y la aparición de los primeros invitados confirmaron nuestra imposibilidad para hacer el amor. ¿Ventajas? Acumular más ganas.

La fiesta transcurrió y el vodka fue un catalizador extra que le puso pimienta al asunto. Varias veces nos cruzamos mi novia y yo y nos rozamos, sabiendo que nos esperaba una noche atómica apenas se marchara el último invitado. Al suceder esto, alrededor de las 4 de la mañana, fajamos en la puerta de entrada y poco tardamos en subir y tirarnos en la cama.

Parte 2
Cuando una cogida se extiende durante poco más de 2 horas es difícil plasmar en unos cuantos párrafos todo el recorrido que cristalizó un cataclismo. La intensidad, solvencia y naturaleza del encuentro son propios de los sentidos, no de los recuerdos, así que lo que diga es poco. Con Sijey, tan sólo recuerdo que quedé complacido y, a la vez, hambriento de más. Sencillamente parecíamos no tener límite. Entre los flashazos que se quedaron atrapados en mi telaraña mental está un fastuoso 69 que desató todo. Si bien ella atacó de inmediato mi cadera para reanudar con un segundo blow lo que había comenzado en el coche, yo la volteé abruptamente para edificar el balance más delicioso que puede darse en la humanidad: ese número perfecto en el que ambos nos apoderamos del otro al mismo tiempo.

La que significaba la cuarta vez que lo hacíamos se tradujo en un sinfín de cambios de posición. Sobresalientes fueron sus movimientos cuando ella estuvo arriba, viendo hacia mí. Luego, sin cambiar de posición, la obligué a que mirara hacia el otro lado y me diera la espalda, lo que hizo que me viniera en sus entrañas. Pero fue tal mi ansiedad que, casi sin dejar de moverme, volví al ruedo. Parecía que esos "varios minutos de recuperación" que requiere el hombre no eran de mi interés, así que la erección nunca se perdió y la escena continuó prácticamente tras mi primer orgasmo. Aparecieron los jalones de cabello, las nalgadas, el sudor incesante, los gritos sin pudor ni reparo, los agarrones de manos y los espasmos en cada movimiento. Incluso, tuvimos tiempo para que, mientras la penetraba, nos dijéramos cuán capaces de hacer tríos u otras variantes éramos. El "misionero", la cucharita y la posición por detrás se alternaron tantas veces como fue posible para construir un concierto de sexo hasta que, pasadas las dos horas, alcancé a escuchar la agitada voz de Sijey: "¡¿Cómo te apago?!".

Tal como pasa cuando uno se desmaya, no me es posible recordar de modo preciso cuándo llegó el blackout que nos desconectó. Sólo sé que amanecimos entrelazados y partimos a desayunar sin bañarnos.

La noche más atómica de todas... y, al menos para mi cerebro, la mejor hasta el momento.

viernes, 28 de mayo de 2010

Atados


Situaciones de fuerza mayor han propiciado ayuno sexual.

Pero anoche, la plática entre ella y yo fue llevando a la imaginación, a lo prohibido, al antojo. A oscuras, sin tocarnos, sin fajar, meramente acostados uno al lado del otro, los recuerdos de encuentros pasados fueron subiendo el tono.

A manera de un disco de Greatest Hits, la remembranza incluyó aquellas escenas que ya han sido plasmadas en este blog, pero además, otras que están pendientes (prometemos a nuestros lectores XXX incluirlas pronto), como el primer blow, una tremenda cogida en Cuernavaca que se extendió más de lo esperado, un video que hicimos recientemente y una escena curiosa casi llegando a un 7/11. Asimismo, la expectativa de determinados lugares probables para próximas cogidas, ciertos atuendos que no se han usado y variantes que no hemos "empleado".

Mientras hablábamos a ciegas, tuve erecciones que, al final, decidí no contener. Si bien ella estaba casi dormida, recordé que siempre me ha pedido no limitarme (muchas veces me ha pedido que me grabe si es que me masturbo). Así pues... lo hice a un lado de ella. Fue interesante, pues decidió no voltear para evitar prenderse, pero aún así, ciertos ruidos hicieron que ella reaccionara con murmullos que denotaban "algo".

Poco después de las 2 AM... exploté, pero habría dado todo por hacerlo dentro de ella, quizá por detrás, quizá con su cabello en mi puño, quizá mordiendo su oreja.

Dirían los miembros de nuestra Selección Nacional: "sólo faltó meterla".

domingo, 16 de mayo de 2010

El amigui, él y yo


Efectivamente, tal como lo dijo mi novio en el post anterior, nuestra falta de aventuras narradas y encuentros consumados se debe a una indicación médica, que, al decir verdad, me está quemando internamente.


Pues hoy, después de conversar por cerca de dos horas seguidas y disfrutar de un racimo de uvas en la cama, nuevamente hicimos caso omiso a los impedimentos, y tras “cucharear” un rato y sentir sus dedos moviéndose suavemente sobre mi clítoris, le dije: “cógeme”.


Sin dudarlo mucho, se quitó la ropa mientras yo iba por mi amigui; esta vez tenía ganas de sentir a los dos al mismo tiempo y valerme de ambos para llegar al cielo.


Regresé feliz por haberlo encontrado. Comenzamos a besarnos, me volteó, puso mis nalgas frente a él y con un solo movimiento logró introducir su pene en mi vagina. Prendí a mi amigui en la velocidad más baja, con una mano lo sostenía y con la otra me sujetaba fuertemente de la cama.

Poco a poco fui subiendo la intensidad de vibración de mi compañero rosa, al tiempo que le pedía a mi novio que me cogiera más fuerte. Simplemente les puedo decir que fue delicioso. A los pocos minutos sentí un orgasmo riquísimo. Su pene no dejó de moverse dentro de mí y mi amigui no dejó de vibrar.


Lo apagué, ya había logrado el cometido. Mi novio me pidió que lamiera al amigui, mientras veía me cogía más fuerte, más rápido, más profundo.


Him me levantó de la cama, me llevó hacia la ventana de la recámara contigua, la abrió y, mientras me veía un trabajador de la escuela que está frente al edificio y escuchaba mis gritos de placer, él me cogía por detrás al tempo que tocaba mis senos con ansias.

“Nos están viendo”, le dije, a lo que él respondió con una penetración más dura, más profunda.

Nos fuimos a la sala, a nuestro sillón favorito, lo trepé e hice que su pene resbalaba sobre mis vagina, más húmeda que siempre. Me moví hacia arriba y hacia abajo, de lado a lado. Nos tomamos fuertemente de los brazos y comenzamos a jalarnos fuertemente para lograr una penetración mayor. Le di una cachetada, le jalé el cabello, me lo jaló y volví a explotar.

Me hinqué frente a él y clavé la mirada en su pene. Comenzó a masturbarse, yo apretaba sus huevos, y estalló llenando su pecho y el mío de semen.

viernes, 14 de mayo de 2010

Maestría


Estábamos adormilados aún. Nos besamos con el ansia acumulada. Una noche de ternura y muchos abrazos precedían el momento. A la madrugada, el sol aún no despertaba y nosotros ya nos respirábamos el uno al otro.

Me coloqué sobre ella y la besé especialmente en el cuello y en las mejillas. La intensidad se elevó, las sábanas comenzaron a estorbar, los líos entre ellas aumentaron y, sin saber cómo, la urgencia por tenernos volvió a manifestarse. Han sido semanas de tregua casi obligatoria. Mayo ha pretendido tener a dos tigres en jaulas separadas.

¿Cómo? No sé. ¿En qué momento? Menos. Pero ella, ya desnuda al igual que yo, se encontró repentinamente con sus labios apoderándose de mi pene. Me comía y yo latía más fuerte. Esta vez no hubo órdenes ni gritos. Fue intensidad moderada y una sujeción extraña. Yo la dominaba, pero ella a la vez a mí. De pronto, y encima de ella, le di la espalda y me chupó por todos los rincones posibles. Zarandeó mi cabeza con maestría, y me hizo vibrar como asteroides en colisión. Pero todo en silencio. Sin sol, sin luz y sin testigos despiertos. El sexo oral tiene limitantes, pero también ventajas. No lo es todo, pero es mucho.

Así... descargas de mi semen cayeron en su cuello y comenzaron a resbalar piel abajo, ella me miró retadora, atrayente, hechizante, y la suma de cosas me quebró la espalda y me provocó espasmos incandescentes.

Hoy desperté con mi pene en su boca y mi alma en sus brazos. Y no supe qué hacer....

lunes, 26 de abril de 2010

La etapa oral


El médico nos sugirió relaciones con penetración, y como somos bien obedientes, entonces dedicamos tres sesiones del fin de semana a "ser orales".

En las primeras dos, ella se masturbó al tiempo que me acercó y me la mamó. Placer a dos tiempos. Hacía tiempo que no pasaba, y admito que me encantó la forma en que lo hizo.

Ya en la tercera... recurrimos al 69, algo que increíblemente habíamos dejado relegado en los 4 meses de noviazgo. Pero ella no sólo se limitó a la tradicional forma de hacerlo. No. De hecho, atacó el culo, sacó el dildo y me encendió con él, haciéndome terminar sobre su vientre. Posteriormente, ella usó el vibrador para culminar casi gritando.

Una mañana de domingo ruda, pero deliciosa.

viernes, 16 de abril de 2010

Calientes decentes



No importó la fecha. Faltaba poco para regresar al trabajo y un beso atómico hizo que se derramara el agua. Le insinué cómo podríamos hacer el amor: yo sentado en la cama y ella sobre mí. Su negativa fue lo más falso del mundo. Dijo no, mientras movía el cuerpo y abría la boca. Era un sí despistado, un sí a discreción.

Así pues, tomó un minuto encontrarnos desnudos sobre una toalla. Y así... lo acostumbrado: gritos y fuerza, andanadas de pasión golpeando las paredes del cuarto a plena luz del día. Está claro... la noche no se necesita para prender faroles de sexo.

En un tramo catártico, ella alcanzó a pedir que la cogiera por detrás, así que se puso de rodillas y yo penetré con fuerza, quizá no tanto como en otras ocasiones. Ante ello, me pidió que lo hiciera con mayor intensidad. Y respondí arremetiendo una y otra vez, hasta que estallé en el fondo de ella.

Después, fuimos una pantomima vespertina, graciosa, de risa. Ambos intentamos quitarnos cuanto rastro de sexo hubiera, pero fue imposible. Me dieron ganas de ofrecer a los vecinos una disculpa por "las molestias que el placer les ocasionara".

Al final, aunque calientes, somos gente decente.

domingo, 11 de abril de 2010

La favorita...


Nos levantamos un poco más tarde de lo acostumbrado, planeamos nuestro día, nos bañamos, desayunamos y justo cuando él estaba a punto de peinarse, se me ocurrió pasar frente a él, subirme la bata y dejar al descubierto mi cuerpo.

Más tardé en hacerlo que él en tomarme entre sus brazos y llevarme a la cama. "No, es tarde, no podemos", pronuncié, pero ya era demasiado tarde. Él se había despojado de su ropa y a estaba a punto de hacer lo mismo con la única prenda que cubría mi torso.

Me aventó sobre la cama, aún sin tender, tocó mis senos que tanto le gustan, y humedeció con su lengua mi clítoris y vagina. Yo mientras intentaba repetir "vamos a llegar tar...." y no pude terminar la frase... sentí cómo poco a poco me penetraba.

Él arriba, coloqué mis piernas sobre su espalda para que pudiera entrar mejor y comenzamos a movernos, más rápido de lo usual y con las mismas ganas de siempre. Así estuvimos durante varios minutos hasta que se levantó e intentó masturbarse. No tuve que decir nada, mi cara expresó todo lo que mi cuerpo deseaba, y me preguntó "¿quieres más? ¡voltéate!".

Obedeciendo a su mandato, me apoyé en rodillas y codos y coloqué mis nalgas muy cerca de su pene firme y húmedo. Rápidamente lo introdujo, me tomó del cabello y comenzó a moverse delicioso, rápido, salvajemente... "te gusta mi verga", me preguntó, pero el placer que sentía era tal, que no iba a desperdiciar unos minutos en contestar y seguí gimiendo. Creo que hasta el último vecino que quedaba dormido en el edificio, se despertó con mis gritos, con mi placer y mi excitación.

Cuando ya no podía más y estaba a punto de explotar y tocar el cielo grité "yaaaaa", a los segundos escuché a lo lejos un "ya me voy a venir, ¿quieres?"... volvió a meter su verga hasta el fondo y explotamos juntos.....

miércoles, 7 de abril de 2010

¿No tocar?


Acaso, para mí, fue el mejor día que he pasado con ella. Y no se festejó nada.

Caminatas, un arreglo de tulipanes y música fueron el condimento sabatino. Ya en sí, lo relevante lo configuraron una plática interminable en la tarde, una por la noche y, entre ambas, una cogida no tan duradera como las de otras veces, pero sí más intensa. Inolvidable.

"Never There" y "Tainted Love", canciones culpables de que ella decidiera emprender un baile cachondo, con sabor a tubo y a sexo. No por nada, decidió ausentarse unos minutos para, posteriormente, volver a mí... ataviada en un liguero y alzada por botas negras. Una dominatrix en toda la expresión de la palabra. Quería algo más rudo, no había duda. Y me hizo arder.

Su promesa de "sólo ver, no tocar" significaba una broma, incluso para ella misma. No titubeó cuando empecé a besarla, cuando la coloqué contra la fría pared y empecé a ordernarle cosas, muy al estilo de mi otro yo. Pronto me vi sentado en una silla y comencé a grabarla. Le dije que me mostrara los senos y lo hizo al instante mirándome fijamente, luego me arrebató la grabadora para captar mi breve masturbación y, finalmente, volví al control de la tanda, poniéndola de rodillas, y obligándola a mamar.

Y no hubo que esperar más. Nos fuimos al célebre sillón café junto al ventanal del que hemos hablado tantas veces. Después de un par de posiciones, ella me dio la espalda, se hincó sobre el sillón, tomó un cojín como su cómplice y me dejó entrar. Esta noche, me pidió dos cosas a gritos: que la cogiera más fuerte y que la metiera hasta dentro. Eso hice. Sus gritos aún retumban en mi cabeza como terremoto y me hacen sentir réplicas de erección.

Para culminar, fuimos a la recámara y ella se masturbó con el famoso vibrador rosa que ya pide esquina.

La desnudez no desaparecería sino hasta horas después.

viernes, 2 de abril de 2010

Los pasillos


Hoy busqué un lugar en el trabajo en el cual pudiese hacerle el amor, pero no lo encontré. Decenas de cámaras resguardan el lugar y los pasillos, supongo por ocasiones anteriores, así que será mejor reubicar la escena.

Raro e irónico. Hemos hablado de cuánto nos excitaría grabarnos, pero hoy le huimos a las cámaras, a los focos rojos, como le llama una lectora.

Un relato corto de algo que no pudo ser. Pero al menos en mi cabeza sí sucedió. Ella estaba atrapada entre la pared y yo, con los brazos extendidos hacia arriba, indefensa y preparada. Le besaba el cuello y permitía que me mordiera los dedos con cierta intensidad. Ella cerraba los ojos y pedía que entrara, que entrara ya.

Y así comenzaba todo....

La tercera vez




Habían pasado algunos días después de la primera vez, la cual me dejó un tanto sorprendida, no por buena, sino por "común y trivial". Ya me había quedado a dormir en su entonces casa, esa casa que tiene una historia detrás y que me hace sentir tan incómoda, por lo que bloqueé de mi mente la segunda vez.

Nuestro tercer encuentro fue en nuestro ahora departamento, en ese entonces sólo mío. Casi lo acababa de comprar y aún permanecía vacío, sólo la sala café y el árbol de Navidad me hacían compañía.


Habíamos ido a comprar unas persianas provisionales para la recámara, le pedí que me ayudara a colocarlas y él me pidió que me sentara a su lado.

Sentados en el sillón más grande y creo que conversando, comenzamos a expresar nuestras ganas a través de besos húmedos y miradas coquetas; después, sus manos recorrieron mi cuerpo y fueron bajando cada vez más, hasta que, por primera vez, dio la orden que ahora es común: "quitate todo".

Me despojé de mi ropa mientras él hacía lo mismo. No recuerdo cómo empezamos, a qué posición recurrimos primero, pero cuando me tocó estar hincada frente a él y sintiéndolo muy dentro de mí, descubrí una mirada en él que nunca había visto, entre niño travieso y hombre lujurioso.

Fue la primera vez que se atrevió a jalarme el cabello y descubrió que no me disgustaba en lo absoluto; la primera vez que dio una orden y la cumplí; la primera vez que cogíamos sin pudor y sin persianas.


Tras casi una hora de unir nuestros cuerpos, descubrir nuevas zonas, intentar posiciones diferentes y dejarnos llevar por nuestros deseos, terminó dentro de mí, sonrió y me dijo: "yo no hice nada", a lo que respondí: "eres un mosca muerta".

Hoy, aunque ya no me engaña su cara de niño inocente, me sigue excitando, al igual que su mirada traviesa.



miércoles, 31 de marzo de 2010

REC


La grabación dura 54 segundos. Comienza con una mujer recostada, sin almohada, en el centro de la cama. Sus piernas distendidas, abiertas. Y a continuación, se ve un vibrador. No penetra, sólo suena y la roza. Sus ojos están cerrados, y su boca semiabierta.

Quien graba, súbitamente, mueve la cámara hacia la derecha. Da vuelta a la cama con cierta lentitud y al quedar en posición distinta, se acerca al rostro de la mujer, quien permanece con tensión en su boca. Ella abre ligeramente los ojos, y al ver el pene en su mejilla, voltea la cara y empieza a lamer. Después, lo toma con una de sus manos y lo acerca más. En un tercer instante, baja la barbilla y los lame. El vibrador suena más fuerte. Ella misma, actuando por doble partida.

Al final, poco antes de que se termine el video, la imagen retoma su rostro y ella dice algo.

Es casi inaudible, pero si uno dedica más atención y sube el volumen al máximo, se alcanza a escuchar lo que expresa la mujer, quien no deja de masturbarse.

"Quiero que me cojas".

martes, 30 de marzo de 2010

De película


Febrero de 2010. Cuernavaca. 31 grados.

Anocheciendo con la misma soltura de una ciudad que se deja consentir por el día y por la noche. Place y complace, como sea. Es otro ambiente, otra atmósfera. Y antoja...

Parece que ella tenía todo planeado. Entramos al cine, yo con jeans y ella con ese vestido rosa. Una tanga microscópica escondida.

No le dimos vueltas. Llegamos a las butacas intermedias y a los besos extremos. Pronto. No quedaban migajas de duda de que hacerlo en la mañana durante poco más de una hora había sido insuficiente, intenso, pero queríamos más. El clima, el sudor, el aire acondicionado a tope, la ciudad, las ganas, los besos "franceses" y, especialmente ahora, el lugar, un sitio diferente. La "adrenalina", le llaman los puristas.

La intensidad en los besos y un faje previo nos catapultó a la última butaca, a 10 filas del potencial metiche. ¿Escondidos?... sí. ¿Ocultos?... no. ¿Riesgo?... todo. Eso nos hizo actuar. Ni siquiera la mejor película nos habría frenado.

Si bien recuerdo, yo comencé la galopada. Casi le arranqué la tanga (al final sólo la hice a un lado) y metí mi lengua hasta extraer su jugo. Succioné, ese es el verbo. Fuerte, pero cierto. Frené al cabo de unos minutos.

Después... ella. Curveó la cabeza, quitó la barrera, me desabrochó los pantalones y me hizo sexo oral. Uno de los mejores desde diciembre. Inmóvil yo, insaciable ella.

Y el desenlace, simple. Ella se quitó la tanga, acomodó el vestido en posición y se subió en mis piernas, mirando hacia la pantalla. Si alguien entraba, sin duda, nos vería.

Fuimos rápidos (no tanto, pero sí breves). Le apreté un seno y me encomendé al más endemoniado de los deseos. Me apretó como pocas veces, jadeó, subió, bajó y me hizo venirme más de la cuenta en sus entrañas. Después, sin decir algo, se quitó y se sentó en su butaca. Volteó, me miró, sonrió, me tomó la mano y la besó. Ambos sudábamos.

Y el aire acondicionado... a tope.

Final feliz...


Todo comenzó con una discusión que aparentemente tendría un fatal desenlace, casi dos horas dándole vueltas al mismo tema, al mismo punto y sin obtener avance. Se acercaba la hora de regresar al trabajo y no habíamos llegado a ningún acuerdo.

Él callado, en su cabeza daba vueltas la pregunta "¿qué hago?", lo sé porque lo conozco; yo lo observaba, he de confesar que me encanta cuando se enoja, amo su tono firme y claro, su mirada penetrante, su mueca muy peculiar y sus ojos desorbitados, me hace sentir un calor interno difícil de describir.

Algo dijo, la verdad no sé bien qué fue, no le ponía mucha atención a sus palabras. Tal como en una película, pasaba una y otra vez por mi mente la imagen de dos noches atrás, ese acto que quedó suspendido y cancelado...
De repente pregunté "¿qué dijiste?" y como él sabía perfectamente que se había equivocado, no pudo disimular la sonrisa que escapó de sus labios.

Me levanté del sillón y me dirigí a la silla del comedor donde se encontraba viendo hacia la nada, me senté en sus piernas, de frente a él, lo besé y desperté su fuego interior. Me despojó de mi blusa, me quitó el bra y mis senos dejaron ver mis ganas.

Más rápido que de costumbre, se quitó la camisa, el pantalón y los boxers; mientras lo hacía, me ordenó que me quitara el resto de mi ropa (en esos momentos se convierte en sargento que da órdenes muy precisas) y le hice caso.

En menos tiempo de lo que esperaba, otra vez frente a la ventana, pero en esta ocasión los rayos de sol iluminaban nuestros cuerpos. Hoy tuve un poco más de pudor, y como era más probable que algún mirón presenciara nuestro desfogue, lo jalé hacia el sillón, cerré las persianas y me monté sobre él, sintiendo como poco a poco me penetraba...


Lo que inició como un beso terminó en una increíble cogida que duró poco menos de media hora, suficiente para hacerme recordar lo que era tenerlo dentro...

Nos valió el impedimento médico y poco nos importó la hora, eran tantas nuestras ganas de terminar lo que habíamos dejado pendiente, que el mundo salía sobrando... y sí, la discusión tuvo un final muy feliz.... yo toqué el cielo dos veces y el se conformó con verlo una vez... Han pasado 4 horas y aún tengo su olor en mi piel, aún tengo ganas de él...

lunes, 29 de marzo de 2010

11:35


Siempre es excitante. Sólo hay tres opciones: dormir frustrado y caliente, cerrar los ojos sobre la almohada tras haber sido succionado por sus piernas temblorinas o... practicar ambos la autocomplacencia viéndonos mutuamente, cortesía de una razón médica que nos impide coger y coger y volver a coger.

Hoy es una de esas noches. Así como nadie sabe cuándo morirá, hoy ignoro cómo cerraré los ojos.

La imagen es atrayente. Son las 11:35 PM. Ella muestra su pierna izquierda al foco. La dobla y la hace verse más y más excitante. Empiezo a calentarme y a respirar más rápido. Debo subir el volumen de la música para disimular mis respiraciones y mis no pocas ganas de arrancarle la blusa grisácea de tirantes morados. Al menos, si la blusa no cediera, podría abrir sus piernas y asaltarla de nuevo con mi lengua como hice ayer. Me he hecho adicto al jugo. Amo su sabor, aunque no podría decir que me es familiar. Como sea, quiero comerla por ahí.

Se descubre un seno y vuelve a esconderlo.

Hace minutos, la inaudita se desnudó con la cortina opaca, pero no resistente a las miradas de los departamentos aledaños. Lo niega, pero la excita exponerse. De lo contrario, jamás había sido "parte" de una vitrina hace dos noches, aun cuando tuviese edificios a seis kilómetros de distancia.

Las tres opciones permanecen, pero creo que hoy me iré a la siesta sin vaciar mi deseo. No salpicaré nada, ni un hombro, ni un seno, ni ese culo que amo, ni la vagina cuyo anuncio de "en reparación" sigue vigente. Si acaso, mojaré mis sueños, pero despertaré seco. Todo permanecerá en su capullo. Ningún rayo saldrá de la nube. Y mañana será otro día.

Por el momento... hoy es una de esas noches... una de esas.

ANTOJO DE HOY: Hacerle sexo oral, mucho. Hasta que me duelan los labios.

Ardiendo de ganas


Desde hace un par de meses mi novio y yo dimos por hecho que viviríamos juntos, no hubo necesidad de aclararlo, ponernos de acuerdo, establecer reglas de convivencia, dividir gastos, ni mudanza, simplemente se dio y desde ese instante comenzaron a ocurrir una serie de sucesos extraños, pero deliciosamente increíbles.

Como me será un poco complicado recordar cada instante y situación vivida hasta ahora, comenzaré a narrar nuestras vivencias a partir de antier, que es el suceso más reciente y el que tengo fresco en la memoria.

Él estaba viendo la televisión y yo leyendo un blog que encontré en la red y del cual me he hecho adicta; de repente se me ocurrió ir a la sala, me senté en el sillón y fijé mi mirada en el edificio de enfrente, donde a través de una ventana veía a un niño jugar con su computadora. En ese instante tuve un flashback, en diciembre, antes de que viviéramos juntos, decidimos darle rienda suelta a nuestros deseos olvidándonos que los amplios ventanales de la sala dejarían al descubierto nuestros cuerpos desnudos. Hacía un poco de frío (pretexto perfecto para exigir calor humano), comenzaron los besos y las caricias, seguidas de susurros en el oído; poco a poco fue despojándome de mi ropa hasta que terminé hincada sobre él, él muy dentro de mí...

(Regreso a la actualidad) Hincada en el sillón y viendo al niño por la ventana recordé la escena que acabo de narrar y en ese momento le hablé: "amor, ven, corre, quiero que veas algo"; tras escuchar mi grito llegó, se hincó a mi lado y observó al niño.

Him:"¿Qué estás queriendo decir? ¿que en aquella ocasión los vecinos nos vieron?"
Siyei: "Claro, se ve súper bien lo que hay en el otro edificio; mira, ve al niño, casi podría describir lo que hay en su pantalla"
Him: "Noooo, nosotros teníamos la luz apagada, sólo el arbolito de Navidad iluminaba la estancia"
No sé en qué momento ni cómo fue, pero en cuanto terminó de expresar esas palabras me despojó de mi pijama, de mi tanga de encaje y me besó; comenzó por la cabeza, la oreja, rodeó mi cuello, bajó por la espalda, acarició mis muslos y se detuvo justo en el punto que me hace gritar y vibrar. Recorrió lentamente con su lengua ciertos recovecos, en eso estábamos, yo disfrutando y él... simplemente echando más leña al fuego...cuando lo interrumpí

Siyei: "Voy por mi amigui ¿puedo?"
Him: "Para qué, si me tienes a mí... pero bueno, ve por él"
Fui por él, por el "amigui", un vibrador rosa que compré hace tiempo y me ayuda a llegar más rápido al orgasmo, y mientras él seguía recorriendo mi cuerpo con su lengua y sus labios, coloqué al amigui justo ahí, donde a los pocos segundos estallo...


De repente, me levantó jalándome del cabello, me tomó de la cintura y, recreando una escena de una vitrina roja de Amsterdam, me pegó en la ventana, dejando expuestos mis senos, mi cadera, mis muslos y el lugar que muchos quisieran ver, pero que sólo él es dueño absoluto... mostrando mi silueta a cualquier vecino mirón que pudiera asomarse por su ventana, cosa que parecía excitarle demasiado.

Justo cuando él se colocó atrás de mí, listo para entrar y fundirnos en un solo cuerpo, tuvimos que parar y regresar cada uno a su actividad previa... él al sillón para ver la televisión y yo a mi recámara para navegar por la red, ambos ardiendo de ganas...